Origen y evolución del asociacionismo cántabro (1920-1923)

En la década del ‘20 se presenciará un marcado auge del “asociacionismo” español, expresado tanto en actividades benéficas como de carácter lúdico: fundación del Hospital Español, creación de Orfeones (conjuntos que integran orquestas, coros y grupos de baile e incluso, en ocasiones, elencos teatrales), numerosas Sociedades Españolas de Socorros Mutuos (las que todavía suelen verse en actividad, por lo general en monumentales edificios, en casi todos los pueblos del interior del país y por lo tanto con una larga tradición de integración social en cada comunidad).

En Buenos Aires, cada institución centralizará particularidades étnicas del colectivo español. Sin embargo, existirán diferencias en cuanto a los ejes que las estructuran. Mientras que, como ya se expresó, en vascos, catalanes y gallegos predominará un “regionalismo centrífugo”, en los centros montañeses, asturianos, aragoneses, etc., éstos se vertebrarán en movimientos de carácter “centrípetos”.

En el caso particular de Cantabria, esto se podría explicar por la labor desarrollada por un grupo de intelectuales, encabezados por don Marcelino Menéndez y Pelayo, el que constituirá un “regionalismo montañés” que fortalecerá una identidad propia pero sin excluir la pertenencia nacional. Así, al morir el escritor en Santander en 1912, muchos hombres de letras, de historia y del pensamiento en general, tanto españoles como argentinos, se propondrán crear en el país una “Cátedra de Cultura Española” para difundir aportes que hacen a ambas realidades. Su presidencia estará a cargo de un eminente cirujano socialista montañés impregnado de una sólida filantropía, el doctor Avelino Gutiérrez.

De esta manera, en 1922 se funda la asociación denominada “Fraternidad Española Regional Montañesa”, siendo sus socios naturales de la costa cántabra, en su mayoría de Laredo y sus alrededores. Su objetivo principal será de carácter recreativo y, en segundo y complementario lugar, el mutualista. A poco de fundarse cambiará su nombre por el de “Centro Montañés El Cantábrico”, quizás como forma de puntualizar su rasgo geográfico vinculado a las costas (un núcleo de esta asociación seguirá funcionando en forma independiente hasta ya entrada la década del ‘70 como “Comisión de Montañeses Laredanos”).  En 1925 se documenta su intento de levantar un monumento en honor del navegante Juan de la Cosa y de ayudar “a los ancianos desamparados de Laredo” y a su Hospital.

El año 1923 será una fecha importantísima, ya que el 3 de junio se producirá la unión del “Centro Montañés Liébana en la Argentina” con el “Centro Montañés El Cantábrico”, fusionándose así los dos grupos mayoritarios de cántabros residentes en Buenos Aires, y fieles expresiones institucionales de las dos zonas geográficas que integran Cantabria: la montaña y la costa. 

El objetivo expresado será “para que agrupase a todos los nacidos en la provincia de Santander”. Esa Asamblea, con una presencia de 99 asociados, se desarrollará en la sede de la Asociación Patriótica Española, en la calle Bernardo de Yrigoyen 688 de la Ciudad de Buenos Aires. 

Un Presidente posterior dejará testimonio de la diferente idiosincrasia de los paisanos de estas dos regiones al afirmar que “quizás la gente de la costa, como yo, hagamos amistades enseguida en otros ámbitos, en otros círculos, mientras que la gente de Liébana habita en un lugar precioso, pero más aislados del resto, por lo que tienden a agruparse más entre ellos”. 

Dos días después, el 5 de junio, en una reunión ordinaria, se elije la primera Comisión Directiva, actuando como Presidente el Sr. Enrique Montes, Vicepresidente el Sr. Braulio Santos, Secretario José García, Prosecretario Francisco de la Serna, Secretario de Actas Juan Seijas, Tesorero Severo Caldevilla, Protesorero Enrique Mazón, Contador Avelino Palacios. Dicha Comisión estará acompañada de un numeroso y entusiasta grupo de colaboradores, donde se destacan apellidos netamente montañeses como Monasterio, Alcalde, Cubía, Salcines, Prada, Eguía, Lozano, Salviejo, Bustamente, Prieto, de la Torre, Madariaga, González, Caballero, Candía, Abascal, Quevedo, Fernández, Guerra, Baldeon, Escalante, Aja, Cuevas, Salas, Sainz, Ochoa, Bedoya, Lamadrid, Soberon, etc.
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De la misma  manera que ocurrió con el “Centro Montañés El Cantábrico”, una parte de los bienes del “Centro Montañés Liébana en la Argentina” pasarán a una recién formada “Comisión Pro Beneficencia de Liébana”, la cual, tal como su nombre lo indicaba, llevará adelante planes de ayuda a los paisanos que tenían problemas económicos o de salud. 

Esta Comisión terminará su existencia recién en 1965, funcionando al mismo tiempo que el ya constituido Centro Montañés en el mencionado “Bazar Picos de Europa” (ya en la calle Moreno 1123/27). Este céntrico local porteño nucleará gran parte de las actividades de la colectividad montañesa, ya que, al datar su fundación del 1900, actuará también como vivienda transitoria hasta que los inmigrantes recién llegados encontrasen alojamiento y colocación, por lo general, como viajantes de comercio o instalando (los que más suerte tuvieran) su propio negocio, ya sea solos o asociándose con parientes, siempre dentro del colectivo montañés o español. Otro Bazar que tendrá similares características de nucleamiento de la “familia montañesa” será “La Luna” en la intersección de las calles México y Tacuarí.

En los Estatutos de la recién creada Institución se puntualizará el sentido de pertenencia e identidad “de la Provincia de Santander” el deseo de “difundir sus méritos y bellezas” el proporcionar a los socios y sus familias expresiones de “lícita sociabilidad” la creación de una Biblioteca “para el desarrollo cultural” la organización de una gran “Fiesta de la Jota” en el Centro de Almaceneros, la representación de obras de teatro, la celebración de un gran concurso de bolos (para lo cual se utilizó la misma bolera que tenía alquilada el Centro Montañés Liébana en la Argentina, sita en la calle (ahora avenida) Corrientes 4145, cerca del cruce con Medrano (y cuyos premios iban desde libras esterlinas hasta cajas de cigarros habanos) el socorro moral y material a los paisanos que lo necesitasen (ayudas a impedidos, enfermos, viudas y huérfanos) la protección del inmigrante recién arribado al país, etc.

La publicación de una Revista como órgano oficial del Centro, con el nombre de “Cantabria” fue una medida de suma trascendencia, apareciendo su primer número en septiembre de 1923 y estando su administración y redacción en la calle Moreno 1766. Su objetivo será lograr “que lleve a los hogares montañeses sus recuerdos evocadores del lejano terruño que avivarán la llama de amor al viejo solar en el corazón de todos sus hijos”.